¿ESTAMOS ANTE UN NUEVO PLAN CONDOR CONTINENTAL?


Las ideologías del norte heredaron los valores de los imperios antiguos y llevaron a cabo un proceso de colonización material y simbólica sobre las regiones del sur global. En ese sentido, la noción de imperialismo como categoría filosófica y sociológica se ha renovado. “La larguísima experiencia de sumisión colonial de nuestro continente, incomparablemente más extensa y más profunda que cualquier otra de su tipo en cualquier región del planeta, se edificó a partir de las travesías imperiales de los intereses norteamericanos” (Atilio Borón, 2012).

En ese sentido, las dictaduras en América del Sur se caracterizaron por utilizar mecanismos de represión social y política similares. Muchos de ellos fueron parte del Plan Cóndor, un plan de inteligencia coordinado por la CIA en los años setenta y que en esta serie de documentales se explorarán sus causas y consecuencias, analizando las dictaduras militares en Chile, Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Ecuador y Bolivia. Revisar nuestro pasado continental común resulta totalmente necesario en el contexto de una arremetida conservadora regional, donde los derechos sociales conquistados en los últimos años están siendo desmantelados por las élites regimentales y por las oligarquías tradicionales, gestoras de todos los golpes cívico-militares de nuestra historia.


En la Argentina de Macri, el Brasil de Temer y el Ecuador de Lenin-Moreno, parecen repetirse los mismos patrones de estigmatización mediática de los referentes del campo popular y su posterior persecución judicial. Aunque practican ahora una presencia partidaria electoral, en su ejercicio concreto siguen expresando las mismas prácticas de opresión, de censura y de saqueo estructural. Es lícito preguntarnos entonces ¿Estamos ante la instauración de un nuevo régimen de opresión regional pero de baja intensidad? ¿Estamos ante la imposición de un nuevo Plan Condor continental aunque más sofisticado en sus herramientas de control biopolítico?


Efectivamente las mismas lógicas totalitarias parecen expresarse pero con una discursividad edulcorada y una complicidad del conglomerado multimediático hegemónico. Estos acontecimientos afirman la tesis de una alineación conservadora más amplia a nivel de la región y suponen el desafío de una comprensión integral en el marco de una visión geopolítica mundial. Es por eso imprescindible conocer nuestra historia común, para encontrar allí los elementos necesarios para entender y dilucidar nuestra vibrante realidad actual, tanto a nivel local como planetario.



La historia es aquella lucha permanente contra el olvido, es la plegaria memoriosa, el templo de las glorias y de las tragedias humanas. Donde fueron tantos los gritos de libertad que silenciaron y  tantos los seres que invisibilizaron, donde fueron tantas las lágrimas derramadas y tanta la sangre vertida sobre nuestra tierra. Pero la luz no se apaga con la oscuridad. Porque solo el fervor de un corazón empapado de dolor tiene la gracia de brindar sangre nueva. Porque solo las voces que callaron en las épocas de la mudez obligatoria saben del valor de las palabras libres. Estamos ahora entregamos a este devenir común como latinoamericanos y latinoamericanas con consciencia histórica, totalmente hermanados y hermanadas bajo el estandarte de las liberaciones definitivas.


Adonay E. Alaminos

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