DOCTRINA, POLÍTICA Y ESCUELA: ALGUNAS PUNTUALIZACIONES SOBRE EL SILENCIO DE LOS TIRANOS
Política y escuela, escuela y política. Relación tensa, nutricia y dilemática, y a la vez creativa, dialógica y fundamental. Y sobre esta trama compleja emerge un video de una profesora que se muestra desbordada y enfadada con el comentario de un estudiante acerca de su percepción sobre el Kirchnerismo. No hay contexto, no contamos con el registro de las relaciones transferenciales de los estudiantes, ni con la historia de la dinámica vincular que explicaría este exabrupto como un emergente al interior del aula escolar.
El video de una profesora hablando de política a los gritos consigue así una viralización masiva instantánea, fogoneada a su vez por los medios conservadores. Sucede que no solo constituye un acto doctrinario inaceptable, sino que ¡Está defendiendo al Kirchnerismo y criticando al Macrismo en una escuela pública a partir de una relación de poder asimétrica! El video es una bomba mediática. Polémica asegurada. Es que su actuación es reprochable, por eso es legítima su suspensión por una presunta falta del artículo 139 del estatuto. Asunto terminado. Luego de la suspensión, la profesora desplegará seguramente otras estrategias para reflexionar sobre los fenómenos socio-políticos y acontecimientos históricos de nuestro país, incorporando distintas herramientas pedagógicas a la hora de abordar las diferentes falacias encarnadas en el discurso apolitizado de algunos estudiantes.
Pero ese es precisamente el problema: El asunto no termina con una suspensión temporaria y un reflexión político-pedagógica. Sino que el video es tan solo el comienzo de un escarnio público voraz, perpetrado por los moralistas del poder conservador y sostenido por los reproductores del fascismo colonial. En efecto, aquellos que ahora deciden fusilar ese cuerpo fastidiado por las barrabasadas de un joven alienado por el discurso del orden dominante, son los mismos que defienden la historia oficial de los genocidas y los que reivindican la violencia estructural del conservadurismo social, que con su cotidiana condena hacia todo lo que represente una conquista popular, pretenden una “purificación ideológica” de lo que consideran un templo aséptico.
Esta postura de clausura es de hecho uno de los pilares doctrinarios del historicismo mitrista impuesto en las instituciones escolares desde hace más de una centuria. Pero la educación constituye un acto político, conllevando una profunda responsabilidad, apuesta, compromiso y convicción. La profesora fue suspendida porque infringió una norma del estatuto escolar, ya que ha abusado de su posición de poder. Pero también nos ha revelado la voracidad infame de los miserables de siempre, demostrando el oportunismo de los defensores del status quo, siempre vigilantes de todo aquello que amenace sus espurios privilegios, donde el fascismo puede incluso cultivarse mediante los actos mas cordiales y la tranquilidad mas obsecuente. Y ahí no hay cámaras ni exabruptos, simplemente el calmado movimiento de una maquinaria silenciosa orquestada por el gesto amable de los tiranos.
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