LA HUMANIDAD DEL LENGUAJE

Una lengua vive de forma asombrosa. Las palabras nacen, se desplazan, se ennoblecen, se pervierten, decaen, perduran. Las lenguas evolucionan, modificando no solo su vocabulario si no también sus formas gramaticales, y en ocasiones las sintácticas. La lengua vive como un gran árbol, cuyas raíces están en el trasfondo de la vida social y de la vida cerebral, cuyo follaje alcanza su plenitud en el cielo de las ideas o los mitos, y cuyas hojas rumorean en miríadas de conversaciones. La vida del lenguaje es muy intensa en los argots y en las poesías, donde las palabras se acoplan, gozan, se embriagan con las connotaciones que invocan y evocan, donde estallan las metáforas, donde las analogías alzan el vuelo, donde las frases sacuden sus cadenas gramaticales y se agitan con libertad… El hombre se ha hecho en el lenguaje que ha hecho al hombre. El lenguaje está en nosotros y nosotros estamos en el l...