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Mostrando entradas de junio, 2013

LA HUMANIDAD DEL LENGUAJE

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           Una lengua vive de forma asombrosa. Las palabras nacen, se desplazan, se ennoblecen, se pervierten, decaen, perduran. Las lenguas evolucionan, modificando no solo su vocabulario si no también sus formas gramaticales, y en ocasiones las sintácticas. La lengua vive como un gran árbol, cuyas raíces están en el trasfondo de la vida social y de la vida cerebral, cuyo follaje alcanza su plenitud en el cielo de las ideas o los mitos, y cuyas hojas rumorean en miríadas de conversaciones. La vida del lenguaje es muy intensa en los argots y en las poesías, donde las palabras se acoplan, gozan, se embriagan con las connotaciones que invocan y evocan, donde estallan las metáforas, donde las analogías alzan el vuelo, donde las frases sacuden sus cadenas gramaticales y se agitan con libertad…              El hombre se ha hecho en el lenguaje que ha hecho al hombre. El lenguaje está en nosotros y nosotros estamos en el lenguaje. Estamos abiertos por el lenguaje, encerrados en el leng

IRREDUCTIBILIDAD

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       Descubrir que un determinado sentimiento depende de la actividad de varios sistemas cerebrales específicos que interactúan con varios órganos del cuerpo no disminuye la condición de dicho sentimiento en tanto que fenómeno humano. Ni la angustia ni la exaltación que el amor o el arte pueden proporcionar resultan devaluadas al conocer algunos de los innumerables procesos biológicos que los hacen tal como son. Precisamente debería ser al revés: nuestra capacidad de maravillarnos debería aumentar ante los intrincados mecanismos que hacen que tal magia sea posible. Antonio Damasio. “El Error de Descartes”

Pensamiento Ecologizado

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       Como todo conocimiento científico el conocimiento de la naturaleza se sitúa en un contexto y enraizamiento cultural, social, histórico. La naturaleza no es solamente el sustrato <<objetivo>> de la realidad antroposocial: es también un producto antroposocial. La cultura produce la naturaleza dándole rostro. La naturaleza existe con anterioridad a nosotros, fuera de nosotros, pero no sin nosotros. El pensamiento ecologizado nos permite comprender que no solo hay doble producción (de la cultura a partir de la naturaleza, de la idea de naturaleza a partir de la cultura), sino de doble ecología: nuestra cultura y, por tanto, nuestra sociedad, se encuentran en una ecología viviente, pero al mismo tiempo nuestras ideas de naturaleza se encuentran en el seno de una ecología noo-cultural. Nuestra cultura es el ecosistema de nuestras ideas de naturaleza.        De este modo podríamos complejizar recíprocamente nuestro pensamiento acerca de la naturaleza y nuestro pensamie